El gobierno chino anunció que responderá con medidas contundentes si la administración Trump cumple con su amenaza de aumentar los aranceles sobre productos importados desde China. La tensión ya se refleja en los mercados internacionales.
La disputa comercial entre China y Estados Unidos sumó un nuevo capítulo luego de que el Ministerio de Comercio chino advirtiera que tomará represalias si la Casa Blanca avanza con un aumento del 50% en los aranceles a productos chinos. La amenaza se conoció luego de que el presidente Donald Trump anunciara esta posible medida como respuesta a lo que considera prácticas desleales por parte de Beijing, especialmente tras un incremento del 34% en los gravámenes a bienes estadounidenses aplicado por el gobierno asiático.
La escalada no solo compromete las relaciones bilaterales, sino que ya generó efectos en las bolsas internacionales, que reflejan un creciente nerviosismo por el riesgo de una guerra comercial prolongada. Las tarifas impulsadas por Trump —que en algunos rubros acumularían una carga impositiva total del 104%— se suman a otras sanciones previas, como un arancel del 20% en represalia por el tráfico de fentanilo. El gobierno estadounidense justifica estas medidas en la necesidad de equilibrar la balanza comercial y restringir el ingreso de productos fabricados con estándares que considera injustos.
A esta disputa se suman tensiones con la Unión Europea. Trump rechazó la última propuesta de Bruselas para eliminar aranceles sobre productos industriales, y anunció un nuevo impuesto del 20% sobre bienes europeos, con entrada en vigor prevista para el 9 de abril. Según el mandatario, estas decisiones buscan corregir déficits comerciales persistentes y forzar una mayor apertura de mercados extranjeros a productos y energía de origen estadounidense.
En paralelo, la Unión Europea ya anticipó que priorizará relaciones con otros socios comerciales, mientras desde la Reserva Federal advirtieron que la política arancelaria podría presionar al alza la inflación. En este contexto, las señales de endurecimiento por parte de China y Estados Unidos configuran un escenario de alta incertidumbre, tanto para las economías globales como para los consumidores, que podrían afrontar aumentos de precios como consecuencia de estas disputas.