Con solo 19 años, Waldemar Fernández cruzó a las islas sin saber qué le deparaba el destino. Hoy, a 43 años del conflicto, recuerda el horror del combate, el frío extremo y la incertidumbre del regreso a casa en una Argentina en dictadura.
A 43 años de la guerra de Malvinas, Waldemar Fernández revive su historia. Con apenas 19 años, fue parte de los soldados argentinos que desembarcaron en las islas en abril de 1982. Hoy, convertido en médico cirujano, repasa aquellos días de incertidumbre, el inicio del conflicto y la dura vuelta al país en plena dictadura militar.
“Nosotros no sabíamos nada. Yo estaba en Tierra del Fuego, faltaban mes y medio para la baja, y de repente nos informan que habíamos recuperado Malvinas. Al otro día empezamos los preparativos para cruzar a las islas”, cuenta Fernández. Según recuerda, la misión se manejó con un hermetismo absoluto. “Nadie sabía nada, salvo el alto mando. Ni siquiera los que desembarcaron antes del 2 de abril estaban al tanto. Se enteraron en el mar”, agrega.
El 8 de abril de 1982, Waldemar pisó suelo malvinense. En un principio, el escenario no difería demasiado del que conocía en Tierra del Fuego. “El paisaje era similar, con más piedras en algunos lugares, pero el terreno era el mismo”, describe. Sin embargo, el 1° de mayo marcó un quiebre definitivo en su experiencia.
“El aeropuerto estaba a siete kilómetros de donde estábamos. Veíamos los aviones bombardeando. Hasta ese momento, no sentíamos peligro. Pero a la noche, cuando los barcos británicos empezaron a bombardearnos, supimos que la guerra había empezado en serio”, relata.
El horror se hizo tangible con la primera baja en su batallón: “Al otro día, la muerte nos golpeó de lleno con la pérdida de un compañero, Cavigioli, un pibe de Santa Fe. Ahí vimos la realidad, el espanto que se venía”.
Tras resistir hasta el 14 de junio, día de la rendición argentina, Fernández fue evacuado de las islas el 20 de junio. “Volvimos en el Almirante Irízar, con la bandera y nada más. Llegué a mi casa en Machagai el 9 de julio”, recuerda con precisión.
Pero la vuelta a Argentina no fue lo que esperaba. “Era un tiempo de ocultamiento. Estábamos en pleno gobierno militar. Si se juntaban más de tres personas, te metían preso. No se podía hablar de la guerra”, señala.
Hoy, con 43 años de distancia, Waldemar Fernández no solo conserva las cicatrices de Malvinas, sino también la vocación que lo llevó a convertirse en médico. “Después de la guerra, decidí estudiar medicina. Creo que, de alguna manera, fue mi forma de sanar”, concluye.