Con lógica y estilo imitando al humorista Groucho Marx, quien se presentaba diciendo “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”, el gobernador correntino de la UCR se refirió a los polémicos dichos del presidente sobre el emblema radical, Raúl Alfonsín. Fue en el marco del encuentro de gobernadores del litoral y el presidente argentino.
La pregunta era inevitable: ¿qué opinaba de los dichos de Javier Milei, quien la semana pasada se despachó sin miramientos contra la memoria de Raúl Alfonsín, llamándolo “golpista”? Una declaración que desató una tormenta de indignación en el partido centenario y reavivó la interna que hace poco fracturó al bloque radical en la legislatura.
En la política argentina, hablar del pasado es terreno pantanoso, y más cuando el presente está lleno de compromisos. No es un secreto que Valdés necesita manejar con extrema precaución la relación con Milei: hay obras en juego y, sobre todo, la esperanza de suavizar el uso de la “motosierra” en las transferencias a las provincias, en el marco del presupuesto 2025.
Pero si esquivar las críticas a Milei ya es complicado, el gobernador tiene otro frente abierto en casa. La interna radical correntina está más que caliente y, como si no fuera suficiente, ha logrado resucitar a su mentor político, Ricardo Colombi, quien empieza a dar señales de que podría volver a la arena electoral en 2025.
El comité nacional ha intervenido el partido en Corrientes tras la judicialización de una interna que promete ser larga y dolorosa, dejando a Valdés en medio de un juego de equilibrio y supervivencia política: no irritar demasiado al presidente Milei, porque la billetera de las obras públicas está en juego, pero tampoco dinamitar la ya frágil calma dentro de la UCR, donde el mínimo error puede avivar la hoguera interna. Quizás es tiempo de dejar de pensar en el “futuro” y empezar a gestionar un presente que, a todas luces, se ve bastante movido.